INCERTIDUMBRE DUDA Y VERDAD


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INCERTIDUMBRE DUDA Y VERDAD 


Las Elecciones en Ecuador y el Desafío a la Transparencia


Las recientes elecciones en Ecuador han dejado un sabor agridulce en la boca de muchos, no solo por el resultado en sí, sino por la persistente sombra de la duda que se cierne sobre la transparencia del proceso. Las denuncias de fraude por parte de la candidata Luisa González, y las posteriores declaraciones del Consejo Nacional Electoral (CNE), han encendido las alarmas y exigen un análisis sosegado y crítico sobre la salud democrática de la nación.

Desde el primer momento en que se empezaron a conocer los resultados, el equipo de Luisa González, representante de la Revolución Ciudadana, alzó su voz para señalar irregularidades. No se trataba de meras quejas de perdedor, sino de acusaciones concretas que, según ellos, evidenciaban un patrón de anomalías en el conteo de votos, la inconsistencia de actas y la velocidad atípica en la divulgación de ciertos resultados. Estas denuncias, sean o no probadas, son una alarma que la institucionalidad no puede ignorar.

La respuesta del CNE, el organismo garante del proceso electoral, ha sido la esperada: la defensa a ultranza de la limpieza y legalidad de las elecciones. Han reiterado su compromiso con la transparencia y han instado a los denunciantes a presentar las pruebas pertinentes ante las instancias correspondientes. Si bien esta es la vía legal y procesal, la mera negación no basta para disipar las inquietudes de una parte significativa de la ciudadanía. La confianza en las instituciones electorales es el pilar de cualquier democracia, y cuando esa confianza se resquebraja, las repercusiones pueden ser profundas.

Es crucial que el CNE no solo se limite a refutar las acusaciones, sino que demuestre de manera proactiva y contundente la solidez de sus procesos. Esto implica una auditoría exhaustiva y transparente de los sistemas, la publicación detallada de todas las actas con sus respectivas firmas y la apertura a la observación independiente y técnica de todo el proceso. Cada reclamo, por mínimo que parezca, debe ser investigado y respondido con datos y hechos, no con meras declaraciones de intenciones.

La polarización política en Ecuador, como en muchos países de la región, es un caldo de cultivo para la desconfianza. En este escenario, las acusaciones de fraude, aunque infundadas, pueden ser fácilmente capitalizadas por sectores que buscan deslegitimar los resultados y, en última instancia, el sistema democrático. Sin embargo, no se debe caer en la trampa de desestimar las denuncias solo por su origen político. La obligación de las autoridades electorales es garantizar un proceso que sea, no solo limpio, sino que también parezca limpio ante los ojos de la ciudadanía.

En conclusión, las elecciones en Ecuador, aunque han finalizado con la proclamación de un ganador, dejan un expediente abierto en materia de confianza y transparencia. Las denuncias de Luisa González y las subsiguientes respuestas del CNE nos obligan a reflexionar sobre la necesidad imperiosa de fortalecer las instituciones electorales. No se trata solo de quién ganó o perdió, sino de la legitimidad del proceso democrático en su conjunto. Solo a través de una transparencia inquebrantable y una rendición de cuentas irrestricta, Ecuador podrá afianzar su camino hacia una democracia verdaderamente robusta y creíble.

EDV-NOTICIAS 

Jesús Fernando Rodríguez Prieto 


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